Porque Conil siempre se ha repartido entre las dos casas, entre el campo y la mar. A lo mejor habemos visto, bueno mitad y mitad, para acabar pronto. Pero no había competencia entre la gente del campo y la gente de la mar, nos hemos llevado muy unidos (...) hasta para comer hemos compartido de la misma manera. Porque tú siempre si tienes un hijo, a lo mejor se ha casado con una muchacha de campo, y otro de campo se ha casado con una de la mar. Entonces cuando llegaba el invierno, los temporales esos grandes que venían, como eran barquitos muy pequeñitos, pues no se pasaba muchas fatigas por eso, porque compaginaba el campo, con la mar. Si venía un temporal, y pasabas catorce o quince días de [mal] tiempo que tú no trabajabas. A lo mejor tu hijo, o un amigo tuyo: ‘Toma compadre, toma’. No trabajábamos en el campo, pero cuando había pesca de la mar, nosotros le decíamos a un chiquillo: ‘Toma, llévale a fulano, o a tito Antonio, a quien fuera, llévale pescado, llévale pescado’.
A. Marinero en Barbate y Cádiz. Conil, 76 años