REDES Y PERTRECHOS
A pesar de que la práctica totalidad de la flota de Conil usa artes menores, lo que dota a este puerto de una destacada homogeneidad en este aspecto, existe diversidad de artes de pesca, tanto de enmalle como de anzuelo.
En cuanto a las artes de enmalle, los artes de tripilla (monofilamento) se utilizan según las temporadas y caladeros para peces de distintos tamaños: los artes de breca (breca, besugo, herrera, urta…) son más ciegos que los cazonales (corvinas, distintos tipos de cazones…), y tanto unos como otros se pueden identificar bajo los tendidos de redes por el tono verdoso de la tanza plástica con la que se confeccionan sus paños. Un arte endémico de Conil es el laval, también de un solo paño, que se faena a la deriva, en movimiento, en zonas rocosas próximas a la pesca para embolsar, mediante distintas figuras, los cardúmenes de bailas a la finalización del invierno. A veces, son los pájaros los que alertan a los pescadores en la costa de la presencia de los cardúmenes.
Los trasmallos de salmonete se distinguen porque sus paños se realizan con nilón, tanto el central como las albitanas, y por sus coloraciones oscuras. La minifalda es un arte que también caracteriza a este puerto para la urta, el borriquete, el pargo…. De tres paños, se distingue del trasmallo por usar un hilo más grueso y un claro de malla superior, por lo que es más selectivo. Estos artes son especialmente productivos en primavera y verano, como los de tripilla, por lo que se pueden apreciar en puerto en esta época del año.
En la última década la mayor parte de la flota de Conil se está especializando más en los aparejos de anzuelo, por ser más selectivo. El palangrillo es el palangre de fondo tradicional en este puerto. Se cala, bien de prima –y pescan durante la noche-, bien de alba, al amanecer. La jarcia se compone de varias madres, una por canasta, y los anzuelos se ceban normalmente con cangrejos. El calibre de los anzuelos depende de la especie a la que se dirija la faena, según los caladeros, de fondos rocosos. Desde 2000 aproximadamente se ha iniciado una nueva pesquería en este puerto, el palangre de fondo en aguas del Estrecho para la captura de especies como el sable, el pargo-bocinegro o el voraz. A diferencia del palangrillo, que queda sobre el suelo, este aparejo queda flotando a poca distancia del mismo gracias a la acción contrapuesta de boyas flotadores y elementos de fondeo distribuidos a intervalos sobre la madre.
La tradición de pesca artesanal de Conil se ha caracterizando por la transmisión de algunos aparejos de anzuelo difíciles de ver en otros puertos. El single requiere gran destreza en su manejo, y se dedica a capturas de mayor tamaño, como la corvina, el pez limón, el mero, el pargo... Cuando arriba el pulpo a la costa, la mayor parte de los pescadores se dedican a esta pesquería con el chivo o pulpera, que se ceba con sardina o con una pasta de sardina, arena y aceite en la corona superior de anzuelos. Otros aparejos con cordel se han perdido ya, como la pandilla o el palillo.
También nos enfrentamos en Conil con la existencia de una almadraba, la de mayor extensión de las que se cala en la actualidad, estando situada más allá de las aguas interiores (las que quedan entre cabos de la línea de costa). Podemos disfrutar del plano que levantó de esta almadraba de la Torre de la Atalaya Benigno Rodríguez de Santamaría (1923), cuando visitó este puerto en los años veinte. Esta formidable extensión se muestra en la existencia de bordonal, una de las cámaras del cuadro –parte central del arte- que se ubicaba en las de mayor extensión. La estructura es la habitual: un cuadro en la parte central en forma de rectángulo, del que parten dos raberas, una hacia tierra, que es muy prolongada, de varios kilómetros, y otra hacia fuera mucho más corta. Su juego de anclas puede observarse junto a la desembocadura del Roche. En los meses de marzo y abril el puerto se agita por el permanente ajetreo de la preparación del arte: hay que sacar los cables, las boyas que los mantienen a flote, los cuarteles de red –cada uno con claros de malla diferentes y con alturas específicas, según dónde estén situados- y el resto de elementos que constituyen al arte: grilletes, orinques, perros (grandes flotadores amarillos) para estabilizar las anclas, cadenas de hierro que se usan como lastre. Es en el real de la almadraba donde se realiza el trabajo manual de armar los cables con sus boyas y para coser los cables. Ya en el agua ya se cala la red, que será cosida por los buzos mediante empalmes. Cables, anclas y red es el orden del calamento del arte, que será recorrido en sentido inverso cuando termine la temporada: el capitán debe mantener en su cabeza la disposición de las anclas para evitar los líos de los cables que las sujetan, especialmente en una zona de fuertes corrientes como las proximidades del Estrecho. Esta almadraba se pudo volver a calar en 1985, después de cesar su actividad en 1930 y un episodio fallido en los años sesenta, gracias a que un marinero local recordaba las marcas para calar su cuadro, un conocimiento que le había transmitido su padre.
Atlas del Patrimonio Cultural en los Puertos de Interés Pesquero de Andalucía
Consejería de Fomento y Vivienda. Agencia Pública de Puertos de Andalucía
Proyectos de I+D+i 2013-2015.
Dinamización de los enclaves pesqueros del Sistema Portuario Andaluz.