OTRAS ACTIVIDADES MARÍTIMAS
La pesca del atún y la sardina y su posterior salado para el comercio se remontan en la localidad a la Edad Media. Almadrabas para el atún y jábegas, boliches y sardinales para la sardina fueron los artes más extendidos, si bien siempre existieron cazonales y palangres para la captura de otras especies, especialmente cuando terminaba la temporada de la sardina, en los meses de invierno, sobre todo en la desembocadura del río.
A partir del siglo XVIII comerciantes y pescadores del levante español, principalmente catalanes, se asientan en las costas onubenses dando impulso al sector sardinero, tanto productor como salazonero. Ello explica que Ayamonte destacase por su oposición a las parejas de arrastre de levantinos y gaditanos en los siglos XVIII y XIX, por considerarlas dañinas. El esplendor para la industria ayamontina llega el siglo XIX, época en la que armadores locales, aprovechando la marcha de industriales levantinos, amplían sus negocios de salazón de sardinas con las denominadas charangas, donde trabajaban mayoritariamente mujeres.
A finales del siglo se incorporaron las tarrafas a bordo de los galeones para suministrar la materia prima. Toma relevancia en este periodo la implantación del escabeche y el sistema de enlatado, que llega a Ayamonte por las relaciones de empresarios locales con Galicia. Con la ampliación de almacenes y renovación de maquinaria, en esta época las principales industrias conserveras y salazoneras se ubicaron en los llamados “Muelle de Norte” y “Muelle de Poniente”. El esplendor conservero atrajo a población tanto de localidades cercanas como de Galicia, Portugal y el levante español. Los trabajadores se establecían alrededor de las fábricas, con lo que los industriales construyeron casas para albergarlos llamadas brasiles, como el de los Pérez y el de los Gómez.
La creación del Consorcio Nacional Almadrabero en 1928, que significó la instauración del monopolio, no sólo de la producción, sino también de la manufactura de conservas de atún, acabó con muchas de las principales fábricas de Ayamonte que se centraron en la conserva de sardina y caballa. Tras la Guerra Civil y hasta los años 50, se relanza la industria conservera. En los años 60 empieza la fuerte decadencia de este sector, dado el agotamiento de los caladeros, la regularización de los seguros sociales, la falta de modernización de las empresas y los nuevos tratados que cierran el acceso a Portugal.
Actualmente, solo se mantienen activas dos conserveras, Conservas Concepción Hermanos y PESASUR. Concepción Hermanos es una empresa familiar fundada en 1889, con la instalación de una charanga. Tras un episodio de emigración a Galicia, la empresa se instala de nuevo en Ayamonte, primero para la salazón y posteriormente para la conserva, durante la posguerra, comercializando la marca la “Reina del Guadiana”. PESASUR fue creada en los años ochenta como cooperativa como consecuencia de la unión de tres empresas de salazón y conservas históricas.
La actividad almadrabera también estuvo presente en todo el frente costero de Ayamonte. La casa de Medina Sidonia mantuvo pleitos con el condado de Ayamonte en el siglo XVI, logrando defender su privilegio en el calamento de almadrabas en estas costas. El interés de empresarios ayamontinos por este negocio lo demuestra el hecho de que un armador ayamontino fue arrendatario en distintos períodos del siglo XVIII de la almadraba de Torre Carbonero, en la costa de Doñana, que pertenecía también al Duque. En el siglo XIX se abrieron nuevos pesqueros con la liberalización de la actividad pesquera en 1817, como las de la Mojarra y las Cabecillas –en alusión a los bancales de arena frente a la desembocadura del Guadiana, que quedaban como islotes-. Pero la más importante fue la de Reina Regente, que se caló en distintos períodos, desde 1901 hasta 1940, ya dentro del Consorcio Nacional Almadrabero. Los empresarios de la conserva destacaron en las inversiones en estos pesqueros, como Feu Casanova, Pascual y Catalán o Navarro Jiménez. Complementariamente, Feu y Navarro iniciaron proyectos de instalación de almadrabas para sardinas a finales del siglo XIX, frente a Isla Canela, que no prosperaron por la dura competencia del atún.
Las salinas del Duque de Media Sidonia, emplazadas en las cercanías de Punta del Moral, fueron indispensables para abastecer a las fábricas de salazones, tanto de Ayamonte como de Isla Cristina, poniendo de manifiesto la continuidad de las desembocaduras del Guadiana y del Carreras conectadas por un extenso territorio de marismas, hoy protegidas como Reserva Natural Marismas de Isla Cristina. El marisqueo a pie en el litoral y en el ecosistema de las rías ha sido una actividad permanente en el extremo costero onubense, sobre todo como complemento a las economías marineras cuando paraba la flota –hoy, incluso complementando a otros segmentos laborales y a parados-. Además, los esteros han sido un territorio históricamente aprovechado para la pesca, usando para ello diversos artes, como redes tapaesteros (atajo), lavadas, mangas y otros de un carácter netamente artesanal. Se trata de actividades artesanales a las que recurrían las familias más modestas para su subsistencia, sobre todo en momentos de crisis pesqueras o de parada de la flota.
Atlas del Patrimonio Cultural en los Puertos de Interés Pesquero de Andalucía
Consejería de Fomento y Vivienda. Agencia Pública de Puertos de Andalucía
Proyectos de I+D+i 2013-2015.
Dinamización de los enclaves pesqueros del Sistema Portuario Andaluz.