Los días que veníamos de pasar un obscuro para estar en tierra tres o cuarto días, o cinco, hasta que se pudiera salir a pescar otra vez, cuando el ciclo de la luna lo permitiera, esos eran días de mucho trabajo. Se trabajaba más que embarcado, y no te daban nada, si entintando el arte echabas a perder unos calzones o una camiseta nueva, pues te daban para que te compraras otros. Cuando fondeábamos el barco, lo atracábamos en la arena, esperando que la marea estuviese baja. A algunos hombres los ponían para limpiar y calafatear el casco. Primero se echaba de una banda y ahí dándole con los cepillos, a pulmón, hasta dejar el caso limpio. Se esperaba que la marea pusiera el barco derecho u lo echábamos entonces de la otra banda, y repetíamos la operación, limpiando y preparando esa parte del barco.
José, pescador jubilado, Fuengirola