OTRAS ACTIVIDADES MARÍTIMAS
Los distintos emplazamientos almadraberos de las costas almerienses, tanto en el frente de Alborán como en el levantino, guardan relación con las factorías de salazones del periodo púnico-romano y con las marismas salineras con las que producir la sal necesaria para la conservación del pescado.
En Adra se pueden documentar restos arqueológicos de época fenicia (siglos VIII-VII a. C.) relacionados con las industrias de salsas y salazón de pescado, indicio de pesquerías a gran escala, especialmente de especies pelágicas, como atún, túnidos menores (bonito, melva) o caballa. Estos restos continúan en época púnica (ss. V-III a. C.) y sobre todo romana, a partir del s. II a. C y hasta los siglos. III y IV. Que se utilizase la almadraba de tiro en este período no es descartable, dada la importancia de la industria de pescado abderitana. Ya en época moderna, no ha habido continuidad en el uso de esta pesquería. Para el siglo XVIII sí hay atestiguada una almadraba en la próxima localidad de Balerma, como atestigua Sáñez Reguart (almadraba de tiro, de derecho). Como otras almadrabas almerienses estaba más especializada en la captura de melvas y bonitos. Sí sabemos que se licitaron almadrabas a principios del siglo XX, tanto en Adra como en Balerma (en este caso con la oposición de los pescadores locales, dada la ocupación territorial que genera la almadraba en los meses que está calada y las míseras condiciones de vida de los trabajadores), aunque con escaso desarrollo.
La Torre del Humo de la antigua conservera de Santa Isabel, ubicada en el Pago del Lugar, en el antiguo curso del río Adra, se divisa desde diversos puntos del municipio. Pertenece a la antigua conservera, fundada en 1888, que funcionó como ingenio azucarero, como conservera de verduras y, posteriormente, como conservera de pescado: sardina, caballa, melva, boquerón, que eran elaborados en palmilla cubierta de papel gracias al minucioso trabajo de las mujeres de los pescadores. Fue la fábrica de Conservas Santa Isabel, que cesó en su actividad en 1996 y que fue demolida en 2012.
A la fábrica llegaban capturas de muchos de los puertos del Mediterráneo que se distribuían enlatadas dentro y fuera de la península. Conservas Santa Isabel disfrutaba de reconocido prestigio, gracias al esmero proceso de elaboración a manos de mujeres de la localidad. Después de limpiarlo, el cocido era el secreto de la excelencia de las conservas. Las sardinas se cocían al vapor, y la caballa y la melva en calderas y parrillas con cestas en salmuera que se condimentaban con ramas de laurel. Sacadas las raspas, los pescados se cortaban en filetes. Era labor de las estibadoras colocar los filetes en latas y evitar que penetrara el aire en su interior. Después de regar con aceite de oliva, se introducían en la autoclave con vapor para sellarlas.
La desaparición de Conservas Santa Isabel, tras la fallida experiencia de la iniciativa OPEPESA (1997-2000), acabó con una tradición conservera de pescado, no continua, pero que se remonta en sus orígenes al garum y las salazones de la Abdera antigua. Lamentablemente, de este modo concluyó el recorrido de dos siglos de esplendor de la industria abderitana, desde la metalurgia, pasando por la producción de azúcar, hasta las conservas vegetales y de pescado.
Atlas del Patrimonio Cultural en los Puertos de Interés Pesquero de Andalucía
Consejería de Fomento y Vivienda. Agencia Pública de Puertos de Andalucía
Proyectos de I+D+i 2013-2015.
Dinamización de los enclaves pesqueros del Sistema Portuario Andaluz.