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PESQUERÍAS

La principal modalidad pesquera del puerto ha sido tradicionalmente el cerco. Es en torno a 1910, a través de la mamparra, que se pesca con cerco y jareta en este puerto.

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Es en torno a 1910, a través de la mamparra, que se pesca con cerco y jareta en este puerto.

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La principal modalidad pesquera del puerto ha sido tradicionalmente el cerco.

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Tareas de mantenimiento en traíña.

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Preparando redes en palangrera.

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Limpieza de redes y selección de capturas.

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Tareas de desmalle.

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Reparando puertas de arrastrero.

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Traíña y arrastrero.

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La presencia de arrastreros en la actualidad es testimonial.

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En un inicio, se utilizaban tres embarcaciones con luces de acetileno. En una de ellas, “el chichorro”, se instalaba la iluminación más potente para atraer los bancos de sardinas; en la segunda, la embarcación principal, se cargaba el arte; y, en la tercera, se transportaban las capturas. A partir de 1940, el arte de cerco evoluciona a la traíña. El modelo pasó a dos embarcaciones: la traíña, desde la que se calaba el arte, y el bote pequeño o lucero -con lámparas de vapor de gasolina- en la que un marinero quedaba enguando el pescado con la luz y catando la marea. Desde su introducción a principios de siglo, hasta la crisis de los años setenta y ochenta, con el cierre de los caladeros del Norte de África, las capturas del cerco -sardina, jurel, caballa y boquerón- han sido las protagonistas de la actividad pesquera y conservera abderitana.

La jábega fue, hasta la introducción del motor, el principal arte de pesca de la localidad. Recuerdan los pescadores que, para evitar conflictos, los patrones sorteaban con los naipes de la baraja el orden de salida de las embarcaciones antes de la amanecida para asegurarse así los mejores “puestos” o lances y regresar antes que ninguno a la orilla. Posteriormente, fue ganando terreno el sardinal, redes flotantes que se calaban a la deriva, y el enguado de raba (hueva seca). Con estos artes se pescaba la sardina y el boquerón, especies pelágicas destinadas mayoritariamente a la salazón y a la anchoa, aunque las jábegas también capturaban otras especies gregarias.

Los palangreros se especializaron en pesqueras más escasas y valoradas: merluzas o pescadas, bacaladillas, besugos, lenguados, brótolas, rapes y cazón, marrajo, atún y melva. También se les llamaba “canteros”, porque pescaban al “canto” o “cantillo”, en un caladero a 6 u 8 millas de la costa, al final de la plataforma continental, que concentraba abundante pesca.

Los bous, barcos de arrastre, marcaron el inicio de la industrialización del sector en las primeras décadas del s. XX, si bien en la actualidad su presencia es testimonial.

La mayor parte de la flota realiza sus faenas en el Mar de Alborán, en los distintos territorios de pesca según la modalidad y las características técnicas de las embarcaciones. Atrás han quedado ya los años en que los armadores habían de dirigirse a caladeros argelinos y marroquíes, al Golfo de Cádiz o a la costa mediterránea, vendiendo tanto en lonjas catalanas como en las provincias valencianas. Es decir, estamos ante un claro repliegue de la flota sobre territorios de pesca más próximos, justo cuando las embarcaciones cuentan con dispositivos de navegación, posicionamiento y detección de pesca más eficaces.

Atlas del Patrimonio Cultural en los Puertos de Interés Pesquero de Andalucía

Agencia Pública de Puertos de Andalucía Universidad de Sevilla Unión Europea

Consejería de Fomento y Vivienda. Agencia Pública de Puertos de Andalucía

Proyectos de I+D+i 2013-2015.

Dinamización de los enclaves pesqueros del Sistema Portuario Andaluz.