CONCEPTO DE PATRIMONIO Y SU AUGE EN LAS SOCIEDADES CONTEMPORÁNEAS
El patrimonio, en término generales, hace referencia al conjunto de significados y valores que los grupos sociales otorgan a un conjunto limitado de elementos de la cultura que se ha ido tejiendo a lo largo de la historia en un determinado territorio.
Cuando los especialistas en el patrimonio cultural, los antropólogos, explican este concepto –que se ha convertido en un término usado por agentes sociales, medios de comunicación, representantes políticos- han de subrayar algunas ideas de partida no del todo bien conocidas, y aún no del todo entendidas. En primer lugar (a), que el patrimonio no se identifica con la cultura de una colectividad, sino que es una selección realizada desde el presente de determinados aspectos de esa cultura, consecuencia de la azarosa historia social, plagada de préstamos, influencias e interconexiones; por lo tanto, el patrimonio es memoria institucionalizada y no incluye severos olvidos de elementos culturales que también existieron y nos conformaron socialmente. En segundo lugar (b), que esa selección se hace desde el presente, por tanto con las expectativas, intereses y perspectivas de las sociedades del hoy, lo que implica que la memoria que se va construyendo sobre discursos patrimonialistas genere, en no pocas ocasiones, perspectivas enfrentadas, distintas visiones e incluso conflictos ideológicos. A continuación, (c), que el patrimonio se suele elaborar sobre unos relatos patrimonialistas que tienden a no tener en cuenta que los elementos culturales del pasado también se caracterizaron por conflictos, por desigualdades, por penurias, etc. pues tienden a crear relatos idealizados. Y, por último (d), que el contenido de qué ha sido considerado patrimonio ha ido cambiando sensiblemente en los tres últimos siglos.
En líneas generales, podemos aseverar un proceso de ampliación tanto en sus contenidos como en sus referentes sociales, de modo que en un primer momento se consideró patrimonio bienes muebles e inmuebles caracterizados por valores de antigüedad, belleza o excepcionalidad, poseídos y valorados por las élites sociales. De ahí se dio paso a un concepto en que el patrimonio se identificaba con la historia, el arte y la lengua comunes de la nación (era el testimonio de la identidad nacional); y a lo largo del siglo XX se ha avanzado hasta una noción, actualmente en boga, que incorpora actividades, conocimientos, formas de expresión –es decir, que potencia especialmente la dimensión inmaterial de la cultura- de todos los grupos sociales (y especialmente de las clases populares y trabajadoras). En este contexto es la identidad social, sobre todo de las comunidades locales, el resultado más tangible del patrimonio, que se ha convertido en herramienta política y económica para todo tipo de intereses. Especialmente relevante es el contraste entre el carácter dinámico, en permanente transformación y construcción de la cultura y la aspiración de los discursos patrimonialistas de fijar la cultura en un relato más o menos fijo y homogéneo.
Por otra parte, las tendencias homogeneizadoras resultantes de la globalización cultural (en las formas de pensar, de alimentarse, de mantener relaciones sociales…) está activando una creciente conciencia –y reivindicación pareja- de la percepción de los referentes locales. Se abona así el terreno para la aparición de los discursos patrimonialistas, que alimentan las expectativas de personas que refuerzan su vínculo ideológico con el pasado.
Atlas del Patrimonio Cultural en los Puertos de Interés Pesquero de Andalucía
Consejería de Fomento y Vivienda. Agencia Pública de Puertos de Andalucía
Proyectos de I+D+i 2013-2015.
Dinamización de los enclaves pesqueros del Sistema Portuario Andaluz.